¿Abue, tú estás de acuerdo con la eutanasia?
Actualizado: 20 may 2020
Hace unas semanas estaba en Manizales almorzando en la casa de mi abuela Lía. Estábamos mis tíos, mi papá y yo conversando en la mesa del comedor cuando me dio el afán por preguntarle a mi abuela algo que nunca habíamos hablado. Sentí miedo, como si estuviera cruzando el límite de las preguntas nieta-abuela.
Hablar de la muerte de mi abuela está prohibido. Ella no se puede morir, y hacer la pregunta es casi como matarla. Pero no puedo aguantarme. Yo, al final, nunca he sabido cuándo callarme. Camila, cállate, qué van a pensar.
—¿Abue, tú estás de acuerdo con la eutanasia?—, le pregunté. Ay Dios, se me salió.
La mesa del comedor de la casa de mi abuela ha sido por muchos años el lugar de las disputas los domingos. Por la paz, por la guerra, por el fútbol, por la droga, por Santos, por Uribe, porque sí y porque no. Esta fue una de las pocas veces que todos estábamos en silencio esperando a que alguien dijera algo. Lo que fuera.
Nunca nadie le había preguntado cómo quería morir. Nadie sabía qué pensaba. Cómo no le habíamos preguntado antes, pensé.
Ella, una señora de 95 años, abrió lo ojos y dijo: “No”.
Con su rapidez de siempre, porque Lía está regia y qué dicha una abuela tan lúcida a esa edad, me explicó que Dios decidiría su muerte.
—¿Quién es uno para decidir quién se muere?
Y luego agregó algo así:
—A mí no me vayan a aplicar ninguna inyección, pero si me ven muy mal, quítenme las máquinas.
Cuando mi abuela terminó de hablar, cada uno empezó a dar su opinión y la conversación —que imaginé trágica— terminó siendo una gran revelación.
—Eso es mejor morirse de una: tan, tan y ya—, dijo uno.
—Sí, totalmente, uno no debería ser una carga para la familia—, dijo el otro.
—Qué tal uno acostado sin poder decidir—, dije yo.
Sí, sí, sí. Ese día todos (menos mi abuela, claro) llegamos al consenso de que lo mejor era lo que mi familia ha decidido llamar “la inyección”. Es decir, la eutanasia activa. Por fin estuvimos de acuerdo en algo. ¡Por fin!
Cuando me fui les dije que tenía un documento que cada quien podía firmar y que había que autenticar para que en un futuro la familia pudiera probar que la persona sí quería acceder a la eutanasia activa.
—Cuando vuelvas a Manizales me traes uno—, me dijo mi tío. Claro que sí, tío. Fotocopias para ti y tu esposa y tus hijos y tus hermanos y tu mamá. Misión cumplida.
Desde hace un año he estado estudiando el tema de la muerte digna y uno de los retos que se presenta en Colombia es el desconocimiento frente a este derecho. Qué es eso y cómo así y en Colombia eso es legal y qué hago y a quién le digo y dónde firmo y si el médico no qui