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  • Foto del escritorMarta Castro

Un día internacional para el cuidado


Planta verde creciendo sobre un fondo rosado.

El pasado 29 de octubre fue declarado el “Día internacional de los Cuidados y el Apoyo” por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el objetivo de visibilizar su importancia y de generar avances significativos en su reconocimiento.


El posicionamiento de los cuidados en el diálogo público es fundamental para generar transformaciones de largo alcance. Aquí les compartimos algunas reflexiones aplicables para el contexto colombiano:


Reflexión 1. Los diagnósticos sobre las desigualdades en la distribución de los cuidados son amplios y variados.

Gracias a la evidencia cuantitativa recogida en instrumentos como la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), es posible argumentar que la división sexual del trabajo de cuidados en Colombia ha sostenido la brecha de género en el acceso y garantía de derechos fundamentales y se ha consolidado como un indicador indiscutible de desigualdad.


Según esta encuesta, las mujeres emplean 7 horas y 44 minutos de su día al trabajo de cuidados, mientras que los hombres destinan 3 horas y 6 minutos. Sumado a lo anterior, se destaca que 9 de 10 mujeres realizan trabajo de cuidado no remunerado en contraste con 6 de cada 10 hombres. Así, la Encuesta contribuye a demostrar la relación directa entre pobreza de tiempo y pobreza económica, así como los impactos en la salud física y mental de las cuidadoras. De estas mujeres cuidadoras, solo el 22% cuenta con seguridad social, lo que muestra su situación de vulnerabilidad en términos socio-económicos.


Reflexión 2. En Colombia se ha avanzado tanto en la investigación académica, como en el trabajo técnico sobre los cuidados y la necesidad de construir sistemas sostenibles.

En Bogotá se inició la puesta en marcha del Sistema Distrital de Cuidado desde el año 2020, con el objetivo de redistribuir las cargas de cuidado de forma corresponsable, entre los hogares, el Estado, la comunidad y las entidades privadas. Con esta estrategia se han implementado Manzanas del Cuidado en las localidades más empobrecidas de la ciudad, con el objetivo de articular la oferta pública de cuidados en un solo punto, y de brindar servicios a las cuidadoras que propendan por su bienestar.


Esta iniciativa es obra de la Secretaría Distrital de la Mujer, y también impulsa campañas de toma de consciencia social sobre la corresponsabilidad, interdependencia y las brechas de género que se sostienen con esta injusta división sexual del trabajo. Actualmente, el Ministerio de la Igualdad a través de la Gerencia de Política del Cuidado avanza en la recolección de insumos tanto de nivel nacional como local y comunitario, reconociendo la diversidad de personas cuidadoras y de aquellas que requieren cuidados, con el ánimo de proponer un Sistema Nacional de Cuidados construido sobre una base participativa e incluyente.


Reflexión 3. A pesar de los avances, debemos continuar incidiendo para que el cuidado sea entendido como un derecho humano.

¿Por qué? Los avances enunciativos en el reconocimiento de los cuidados como sostén de la vida y de la economía son fundamentales para generar políticas públicas y para transformar las perspectivas sociales y culturales en las que se sostienen las desigualdades de género. Si bien los cambios no sólo ocurren cuando se promulgan leyes o se reconocen derechos, esto sí impacta en la manera como los gobiernos, las sociedades, las familias y las personas lo interpretan, lo exigen y lo redistribuyen. Además, propende porque los avances en estos temas no dependan de la voluntad política de los gobiernos de turno y se cumpla así el principio de no regresividad.


Actualmente, los cuidados son vistos como temas subyacentes al derecho a la salud y aún no se toman como un derecho autónomo, que atañe a toda la población pues todas las personas en algún punto de nuestra vida necesitaremos cuidados o seremos cuidadoras, por lo tanto tenemos derecho a recibir cuidados en los diferentes momentos y circunstancias de nuestra trayectoria vital y a tener la posibilidad de elección de cuidar, sin considerar el cuidado como una obligación impuesta por la división sexual del trabajo y los roles de género. La idea de la interdependencia es aún lejana, pues el tema es visto a nivel normativo y jurisprudencial más como un tema individual o familiar, que como una responsabilidad compartida y aún no se cuestiona sus efectos en la vida de las mujeres o las brechas que sostiene históricamente.


Reflexión 4. El llamado desde DescLAB es entonces a avanzar en el reconocimiento del cuidado como derecho humano, más allá de un servicio público o privado o más allá de una responsabilidad familiar.

El derecho al cuidado, según los estándares internacionales, es entendido como el derecho a ser cuidadas, el derecho a cuidar en condiciones dignas y el derecho al autocuidado, tanto en su dimensión individual como colectiva. Sin embargo la interpretación de su alcance como obligación estatal, su relación con la igualdad y no discriminación, así como con el derecho a la vida y los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, son aún temas pendientes por avanzar en el país.


Reconocerlo como un derecho implicaría quebrar aquellos estereotipos de género que sostienen el patriarcado, y que definen la división sexual del trabajo. Si hablamos de derechos, hablamos de universalidad, igualdad y no regresividad, lo que significa que es un asunto de toda la sociedad y no solo una labor de las mujeres.


Nuestra estrategia impulsa también un llamado más claro a la responsabilidad estatal frente a los sistemas de cuidado que propone, su universalidad y su exigibilidad. A la vez, nos brinda la oportunidad de ser partícipes en el sostenimiento de los sistemas de cuidado y a decidir cómo queremos ser cuidadas y cómo podemos brindar cuidados en condiciones dignas de trabajo y reconocimiento.


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