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¿Hay un futuro para los programas de educación especial?: 5 pistas para reinventarse o desaparecer

Hace un tiempo dicté una conferencia en una prestigiosa universidad con un reputado programa de educación especial. Al final de mi charla -sobre educación inclusiva por supuesto- alguien preguntó: por qué el Estado colombiano no fomenta que haya más escuelas especiales para niños y niñas con discapacidad. Yo respondí: porque la educación especial es una trampa, no es educación y es una violación de derechos humanos. La profesional que hizo la pregunta no había entendido nada de mi conferencia de 45 minutos. El evento terminó con un amable agradecimiento y ningún aplauso. Mi labor había sido cumplida.
¿Tienen futuro los programas de educación especial en un mundo que ha evolucionado hacia la educación inclusiva? Qué pistas nos da el hecho que los programas de educación especial han venido cerrando paulatinamente y en donde el mercado laborar cada vez demanda menos sus servicios.
La respuesta es no. No existe un futuro para la educación especial si continúan haciendo las cosas como las han venido haciendo, sin importar que así lo hayan hecho durante 50 años. Si su objetivo es segregar y separar a los niños y niñas con discapacidad, tratarlos como pacientes, tratar de medicalizar el aula de clase trasplantando las malas prácticas de las instituciones especiales al salón de clase, si no se enfocan en los aprendizajes, si no fortalecen la flexibilización curricular y de la evaluación, mejor será que desaparezcan.
Si los programas de educación especial (los pocos que quedan, de 35 programas que alguna vez se ofertaran, solo 10 quedan activos) no se reinventan, poco a poco sus egresadas, la mayoría de ellas mujeres, encontrarán menos trabajos, peor remunerados, menos significativos y su labor será ocupada, poco a poco, como ya está sucediendo, por profesionales de otras disciplinas. Puede uno leer las alertas del mercado o ignorarlas. Acá les recomendamos leerlas y actuar.
Pista 1. Los únicos estudiantes normales que existen son los que uno no conoce bien. Todos los estudiantes cuentan y son responsabilidad de todos los maestros. Reinventar los programas de educación especial exige reinventar las facultades de educación como las conocemos. Lastimosamente los maestros han sido formados, históricamente, para olvidar, ignorar y prescindir de los estudiantes que más los necesitan, aquellos que aprenden más lento, que requieren ajustes y apoyos, aquellos con discapacidades. Tradicionalmente los maestros de matemáticas, lenguaje o sociales han pensado que esos estudiantes no son asunto suyo, porque para eso hay educadores especiales, esos profesionales formados, supuestamente, para atender a anormalidad, la precariedad, los estudiantes atípicos, llámenlo como quieran.
Los días de esos maestros que piensan que los estudiantes con discapacidad no son asunto suyo están contados. La educación inclusiva exige que el docente de aula, ese formado en los programas de licenciatura que no son de educación especial, asuma su responsabilidad. Es ese maestro, no la educadora especial, no la psicóloga, no o el terapeuta, quien debe liderar el proceso de inclusión, quien debe tomarse en serio a todos sus estudiantes. El reto que el mercado laboral le anuncia a las facultades de educación es que la formación en inclusión debe ser transversal y esencial a todos los maestros que forma, no solo algunos.
Si el maestro de tu hijo con discapacidad no se lo toma en serio, no le brinda apoyos y ajustes razonables o no desarrolla el PIAR debes ponerte en acción. En #EscuelaParaTodos DescLAB te brinda las herramientas para conocer y defender el derecho a la educación inclusiva.
Pista 2. Si el perfil profesional se enfoca a trabajar en fundaciones que atienen n