No solo el mes de junio debe ser un esfuerzo por sentirnos orgullosos de quiénes somos, qué sentimos y a quiénes amamos mientras luchamos por poner en duda las ideas aprendidas, estereotipos y estigmas que sobre la diversidad sexual se han construido e impuesto. La diversidad sexual tiene todo que ver con la educación inclusiva, en esta nota les contamos porqué.
Idea 1. La educación inclusiva no es una asunto de discapacidad, sino de diversidad.
Históricamente hemos creído que la educación inclusiva es un asunto de discapacidad o de estudiantes con problemas en el aprendizaje. Esto hoy día es errado. Si bien las discusiones sobre la educación inclusiva comenzaron con los reclamos y presiones de estos estudiantes, hoy, luego de décadas de desarrollo, hemos aprendido que la educación inclusiva es un proceso más amplio de transformación de los sistemas educativos en clave de diversidad (de todas las capas y manifestaciones de lo que significa ser diverso).
La educación inclusiva busca que todos los estudiantes puedan ESTAR, PARTICIPAR, PERTENECER y LOGRAR en condiciones de igualdad. La transformación que ello implica incluye el reto de repensar, deconstruir y reconstruir las escuelas en clave de diversidad sexual.
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Idea 2. La escuela, con frecuencia, es una institución heteronormativa.
En el marco de la educación inclusiva, las escuelas, todas ellas, públicas y privadas, deben reconocerse como instituciones sociales que no son neutras ni perfectas cuando se trata de abordar de manera positiva la diversidad sexual.
Frecuentemente las escuelas crean, reproducen y exacerban prejuicios, estigmas y estereotipos sociales creados en torno a la diversidad sexual. Aún más, las escuelas reproducen la idea de una única manifestación deseada de la orientación sexual, crean la idea de que la heterosexualidad es la opción correcta y deseada, afincan la idea de que cualquier manifestación diversa es equivocada, pecaminosa o vergonzosa que debe ser corregida o, por lo menos, silenciada. La escuela, con frecuencia, es heteronormativa.
Idea 3. Se trata de crear una escuela segura en donde genuinamente los estudiantes son valorados y sienten que pertenecen.
La educación inclusiva incluye el reto de crear una escuela y prácticas pedagógicas que garanticen que los estudiantes sientan que pertenecen, que la escuela es su lugar, que allí se sienten valorados y representados. Cuando nos proponemos transformar una escuela en un espacio incluyente con la diversidad sexual, buscamos romper los estereotipos alrededor de la diversidad sexual que generan entornos hostiles e inseguros, espacios en donde no son visibles, ni valorados, lugares que los constriñen a no poder ser, a ocultar lo que sienten.
Este reto, con frecuencia, exige repensarnos como directivas y maestros, poner en duda lo que hacemos, lo que decimos, lo que creemos para poder transformarlo. Transformar lo que somos, hacemos y creemos es el punto de partida para transformar el salón de clase que lideramos y la escuela que dirigimos.
Idea 4. Es responsabilidad de la escuela no normalizar el abuso y el matoneo y castigarlo de manera ejemplar cuando sucede.
Los estereotipos relativos a la diversas sexual impactan negativamente a los estudiantes, a su tranquilidad, su salud mental, generan entornos inseguros que violentan derechos e inclusive matan.
La escuela tiene el deber de tener un rol activo en la promoción de espacios seguros y libres de discriminación. Ese rol activo implica no normalizar, investigar y sancionar las acciones de violencia, abuso y acoso. Pasar de ser reactivos ante las situaciones que emergen y que con frecuencia nos desbordan, a ser propositivos y preventivos es el reto de las directivas y de quienes están a la cabeza de las escuelas.
Idea 5. Solo a través de prácticas pedagógicas reflexivas y críticas es posible transformar lo que la escuela es y los valores que avanza.
No se trata únicamente de proyectos institucionales, rutas y protocolos. El rol de los maestros es clave. Las prácticas pedagógica, es decir, aquello que los maestros hacen cotidianamente tiene un impacto decisivo en la construcción en entornos seguros.
Los contenidos seleccionados, las imágenes que se representan, la apertura a la diversidad son claves para generar entornos escolares en los que los estudiantes sientan que pueden ser diversos, que esa diversidad es valorada positivamente y que su voz es escuchada. Es allí en donde combatimos la heteronormatividad, esa idea impuesta que nos hace pensar que la heterosexualidad es la norma, lo deseable, lo bueno; y que en paralelo, nos lleva a subvalorar otras posibilidad cuando hablamos de orientación sexual. Ser críticos y reflexionar sobre lo que hacemos y creemos para hacer las cosas de forma diferente es otro de los ingredientes secretos de la educación inclusiva.
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