Tengo cáncer: ¿cuándo hacer la solicitud de eutanasia?
- Lucas Correa
- 14 ago
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Las decisiones relativas de la muerte médicamente asistida, sea a través de la eutanasia o de la asistencia médica al suicidio deben ser tomadas con calma, serenidad, tiempo y reflexión. No hay un único ni un momento ideal, vale la pena reflexionar sobre los siguientes puntos para decidir cuándo hacer la solicitud.
Primero. Conocer sus opciones en el fin de la vida. La muerte médicamente asistida no siempre es la primera opción cuando se trata del derecho a morir dignamente, es clave conocer y evaluar otras opciones que pueden estar disponibles como los cuidados paliativos y la adecuación del esfuerzo terapéutico.
Ahora, no es cierto que para poder solicitar la eutanasia o la asistencia médica al suicidio haya que agotar esos otros mecanismos de forma obligatoria y previa, es decir, no hay que acceder primero a los cuidados paliativos o agotar todos los tratamientos para poder solicitar la muerte médicamente asistida, pero sí hay que estar informados de las opciones y decidir si son o no para usted.
Segundo. Firme un documento de voluntad anticipada. Una vez se haya informado de sus opciones y haya decidido cuáles quiere en el futuro para usted, firme un documento de voluntad anticipada (DVA).
Esto funciona como un seguro. A través del DVA no está solicitando la muerte médicamente asistida, sino dejando constancia de sus preferencias. Tenerlo le dará la garantía de que en el futuro, si usted no puede solicitar el procedimiento, sus familiares podrán hacerlo en su lugar. Si ellos no cuentan con el documento no podrán hacer la solicitud, no importa lo enfático que haya sido sobre sus decisiones y preferencias. El DVA es indispensable. Con este seguro, usted podrá tomarse el tiempo que considere para hacer la solicitud directamente, sin apuros.
Tercero. Cerciórese del tipo de enfermedad que tiene. No cualquier enfermedad permite tomar la decisión de acceder a la eutanasia o a la asistencia médica al suicidio. La enfermedad debe estar debidamente diagnosticada, no debe haber dudas sobre el diagnóstico, debe haber certeza sobre lo que se tiene y esa información debe constar en la historia clínica. Si esto no es claro o no consta claramente en la historia hay que presionar para que esté claramente indicado y no perder tiempo o enfrentar obstáculos en el futuro.
Pero además, la enfermedad debe ser incurable. Es decir, que no existan tratamientos para eliminarla o retrotraerla. Además, debe ser grave, es decir, debe tener un impacto negativo en la calidad de vida de la persona que la experimenta. Eso quiere decir que es esa misma persona quien juzga si los efectos de la enfermedad en su cuerpo, en su mente y en su proyecto de vida son lo suficientemente negativos para desencadenar el deseo de morir dignamente.
No es cierto que la enfermedad deba ser terminal, es decir que la muerte sea previsible en un tiempo corto. Desde 2021 la terminalidad ya no es un requisito, eso quiere decir que la persona puede tomar la decisión de acceder a la muerte médicamente asistida en cualquier momento, eso sí, siempre que cumpla con los demás requisitos.
Cuarto. Reflexione sobre su calidad de vida, su idea de vida digna y el sufrimiento que experimenta. Acceder a la muerte médicamente asistida es una decisión que deriva de vivir una vida que se considera incompatible con la idea propia de vida digna. Pero esto no significa que uno tenga que esperar a estar sufriendo profundamente, a que el dolor sea insoportable o que entremos en agonía. Todo lo contrario, las personas pueden tomar la decisión de solicitar la muerte médicamente asistida en cualquier momento de su enfermedad, sin importar si el sufrimiento o el dolor es intenso, si empeora rápidamente o si la muerte es próxima.
Esperar hasta el último momento quizás no es una buena idea, las solicitudes de muerte médicamente asistida no se tramitan de urgencia, es más, la unidad de cuidados intensivos o la situación de agonía son quizás el peor lugar y momento para hacer la solicitud. Muchas personas mueren esperando y su voluntad no se respeta, así que prever es una buena idea.
Quinto. Reflexione sobre las personas que le rodean. La decisión de acceder a la muerte médicamente asistida es individual, pero rara vez se toma de forma solitaria. Piense qué personas le rodean, en quiénes confía, quiénes le acompañan. Ponga el tema en la mesa del comedor. Algunas personas reaccionarán de forma negativa, otras estarán sorprendidas, otras entenderán perfectamente. Su red de apoyo necesitará tiempo, familiarizarse con su decisión. Estas conversaciones le permitirán saber quiénes se sienten más cómodos con la decisión, quiénes podrán efectivamente ayudarle y quiénes no.
Sexto. Reflexione sobre el tiempo que le queda y las cosas que tiene pendientes. La decisión de acceder a la muerte médicamente asistida brinda la oportunidad de cerrar la vida. Esto puede hacerse mientras se lleva a cabo el tratamiento médico, no es mala suerte; todo lo contrario, es una forma de estar tranquilos y preparados.
Es difícil saber a ciencia cierta cuánto tiempo puede quedarnos, inclusive para aquellos que no tienen cáncer. Al final, nadie tiene la vida asegurada. Pregúnteselo a su médico/a tratante, pregúnteselo usted mismo. Piense qué es lo más importante que quiere hacer en ese tiempo para cerrar y, quizás, completar su vida. Muchas personas quieren tener conversaciones con personas importantes, otras quieren regalar sus objetos más preciados, unas quieren visitar los lugares más importantes de su vida, otras quieren hacer un viaje soñado, unas hacen una lista de comidas que quieren probar, otras una lista de canciones. Piense y haga esas cosas que le parecen centrales.
Tenga en cuenta que el proceso de solicitud, aprobación y realización de la muerte médicamente asistida puede tomar semanas, así que quizás es una buena idea comenzar con la solicitud a la par que se hace estas preguntas y lleva a cabo sus pendientes.
Séptimo. Asesórese sobre cómo y dónde hacer la solicitud. El proceso para solicitar y acceder a la muerte médicamente asistida puede hacerse solo, pero tener a alguien que lo acompañe, que haga y revise la solicitud, que le diga dónde y cómo radicarla y que esté atento a las barreras y dificultades que puedan surgir es una buena idea.
A pesar de ser un derecho fundamental plenamente reconocido y regulado, algunas clínicas y EPS inventan barreras para hacer más difícil e impedir que las personas tomen decisiones autónomas sobre el fin de sus vidas y su muerte, así que más vale estar preparados para responder y no que surjan y luego tenga que buscar un buen abogado para resolverlas.
Al final, solamente usted sabrá cuándo estará preparado para decidir cómo y cuándo morir, pero en esta nota de blog ofrecemos una guía con las preguntas relevantes para tomar la decisión.