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Foto del escritorCamila Jaramillo Salazar

7 falacias del Congreso en contra de regular la eutanasia en Colombia


En esta legislatura se presentó nuevamente el proyecto de ley para regular la muerte médicamente asistida a través de la eutanasia propuesto por el Representante Juan Carlos Lozada y, probablemente, se escucharán los mismos argumentos de los mismos congresistas y sectores conservadores y religiosos.


Este es un esfuerzo por responder con argumentos a 7 falacias que se repiten y que no cambian en los debates de eutanasia en el Congreso colombiano:


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Falacia 1. "El derecho a la vida es inviolable según la Constitución".


El artículo 11 de la Constitución Política efectivamente dice "el derecho a la vida es inviolable" y esto se refiere a que ninguna tercera persona –incluido el Estado– debe disponer de la vida de otras personas. La Corte Constitucional que, entre otras cosas, es el máximo intérprete de la Constitución, ha indicado que el derecho a la vida no se limita solamente a la existencia biológica.


El derecho a la vida del que habla el artículo 11 se refiere a la vida digna, a la vida que cada persona quiere vivir, a su trayectoria de vida y su proyecto a futuro, es decir, a la vida biográfica. No significa solamente existir en términos biológicos; por el contrario, le exige al Estado garantizar uno mínimos para que todos los momento de la vida correspondan con nuestros deseos, así esto implique una muerte asistida a través de la eutanasia. Cuando una persona acude al Sistema de Salud para acceder al derecho a la muerte digna no le están violando su derecho a una vida, por el contrario, se lo están protegiendo, pues a su vez están protegiendo su dignidad humana y autonomía.


Falacia 2. "El proyecto de ley de eutanasia es un atentado a la vida humana".


En la misma línea de la falacia anterior, la Corte Constitucional ha establecido que los derechos tienen límites y estos límites se encuentran en la autonomía de las personas. Por esto, es la persona titular del derecho a la vida quien decide cómo y hasta cuándo ejercer este derecho.


Como cada persona es la dueña de su propia vida –porque estamos en un estado laico que no se adhiere a ninguna religión– es ella la que señala los límites del ejercicio a su derecho a una vida digna. Es decir, cada persona decide hasta cuándo vivir, sobre todo, cuando la existencia se resume a un sufrimiento a causa de una enfermedad que no se puede curar y que es incompatible con la idea de dignidad de la persona. Así como nadie está obligado a terminar con su vida, no hay un imperativo constitucional a vivir y menos en condiciones dolorosas.


Falacia 3. "No existe el derecho fundamental a morir dignamente".


La muerte digna sí es un derecho fundamental, debe ser garantizado por el Sistema de Salud y es protegido a través de la acción de tutela. Así como ocurrió con el derecho a la salud cuando la Corte Constitucional lo declaró como un derecho fundamental, el derecho a morir dignamente emergió como uno fundamental también de tipo judicial.


La Corte se ha extendido en sus fallos para argumentar por qué el derecho a morir dignamente es fundamental y ha desarrollado tres razones principales:


Primera. La dignidad humana –como valor, derecho y principio– es la base de todos los derechos fundamentales y el derecho a morir dignamente está en estrecha relación con su protección, en especial cuando la dignidad se refiere a la autonomía de las personas como sujetos morales.


Segunda. El derecho a morir dignamente es una garantía susceptible de ser traducida en un derecho subjetivo, dado que hay un sujeto titular y otros sujetos que deben garantizarlo.


Tercera. Existe un consenso sobre la existencia del derecho, el cual está basado en las sentencias anteriores sobre la materia y las órdenes dadas al Legislativo para regular la materia.

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Falacia 4. "Las personas tienen que recibir cuidados paliativos para poder decidir sobre la eutanasia".


El Estado sí tiene la obligación de garantizar el acceso a cuidados paliativos y estos deben implementarse en todo el territorio nacional; de hecho, los cuidados paliativos hacen parte del derecho a morir dignamente y se complementan con los otros mecanismos para garantizarlo. Es de conocimiento público que los cuidados paliativos –no solo en Colombia sino en todo el mundo– son escasos, se consiguen solamente en las ciudades principales y no hay suficientes profesionales con el conocimiento necesario para tratar pacientes crónicos y/o terminales.


El acceso a cuidados paliativos nunca es obligatorio para las personas, tampoco son un requisito que deba agotarse para acceder a la eutanasia. Nadie puede ser obligado a recibir un tratamiento que no quiere, ni tampoco debe imponerse como requisito para acceder a la eutanasia, ni a ningún otro procedimiento. Tampoco podemos esperar a que el servicio de cuidados paliativos sea óptimo en todo el país para que el legislativo tramite una ley de eutanasia: los dos temas deben avanzar al tiempo y no deben depender el uno del otro.


Falacia 5. "La eutanasia no puede ser la única solución para las personas con una enfermedad grave e incurable".

Las cifras de eutanasia en Colombia nos comprueban que la eutanasia es la ÚLTIMA opción que consideran las personas. De las miles de personas que mueren anualmente a causa de enfermedades terminales, graves, crónicas y degenerativas, 692 han accedido a la eutanasia entre 2015 y 2023.


Contrario a lo que piensan algunos congresistas, las personas que solicitan la eutanasia lo hacen después de recibir un diagnóstico que ha sido tratado por varios meses; lo hacen luego de entender que la enfermedad no tiene cura y que, además, depara un futuro más doloroso. En este camino, recibieron cuidados paliativos, pues muy pocas personas los rechazan y, probablemente, la mayoría hicieron alguna adecuación de las medidas asistenciales.


Aparte, durante el trámite –el cual mínimo se demora 20 días si no hay trabas administrativas– las personas tienen tiempo de reflexionar, reciben acompañamiento de sus familias y del personal de la salud, cumplen con las valoraciones de la regulación y se les pregunta incontables veces si están seguras del procedimiento. Incluso en el minuto antes de comenzar con el procedimiento vuelven a preguntar si están seguras.


Tomar la decisión de morir no es fácil. Probablemente los congresistas que dicen esto a la ligera lo hacen porque no conocen a ninguna persona que ha solicitado la eutanasia, ni a las familias que han acompañado a morir. Cualquier persona o profesional que ha acompañado este proceso puede constatar que la eutanasia sí es la última opción.


Falacia 6. "Los médicos solo salvan vidas y la eutanasia es un fracaso para la medicina".


Desde un enfoque bioético los profesionales de la medicina buscan mejorar la calidad de vida de las personas a las que les prestan el servicio. En la mayoría de casos esto significa curar enfermedades y mejorar la sintomatología que producen las condiciones médicas evitando el ensañamiento terapéutico; en otros, implica respetar las decisiones que autónomamente tomamos las personas sobre el fin de la vida, así esto signifique la eutanasia.


La medicina no existe solamente para prolongar la existencia, mucho menos cuando es en contra de la voluntad de las personas. Buscar la mejor calidad de vida para la persona enferma es el verdadero propósito, y lo que significa "calidad de vida" varía entre cada una de nosotras: para algunas significa extender la existencia y para otras, una minoría, adelantar la muerte.


La eutanasia no es un fracaso para la medicina, ni para las personas y su red de apoyo. La eutanasia es una decisión sobre cómo y cuándo morir, y la muerte no es un fracaso: tomar decisiones sobre la muerte es un derecho y una opción. La muerte tampoco es una batalla que deban "ganar" las personas y los profesionales de la salud. Estos discursos que aluden a la guerra y a que quienes están enfermos tiene que "derrotar" una enfermedad, refuerzan las creencias que tienen los médicos de que solo trabajan para prolongar la vida sin preguntarle a las personas y a su red de apoyo qué quieren.


Humanizar la medicina es lo que busca el derecho a morir dignamente a través de todos sus mecanismos. Que cada persona tome decisiones cuando defina qué valora de estar viva, qué significa vivir bien, qué significa tener calidad de vida es lo que los profesionales deberían aprender en las Facultades de Medicina.


Falacia 7. "Van a obligar a los médicos a matar a los enfermos".


Esta mentira puede debatida de dos maneras.


El primer argumento es que ninguna persona está obligada a acceder a la eutanasia y tampoco lo puede hacer por cualquier condición de salud. Para poder acceder a la eutanasia la persona con una lesión corporal o enfermedad grave e incurable debe solicitar el procedimiento y este debe ser aprobado por un Comité. Algunas personas han tratado de caricaturizar el acceso a la eutanasia llevando a los extremos las situaciones donde por un dolor de cabeza o una quemadura un profesional deberá causar su muerte. Otros insinúan que es voluntad del profesional decidir quién accede o no a la eutanasia. El consentimiento de la persona es el centro de este derecho.


El segundo argumento es que ningún profesional de la medicina está obligado a practicar una eutanasia. La objeción de conciencia es un derecho fundamental que tienen la personas y que, de acuerdo a sus creencias y valores, pueden oponerse a realizar una actividad siempre y cuando esté debidamente sustentada. Ahora bien, la objeción de conciencia institucional es ilegal por parte de clínicas y hospitales que dicen profesar una religión y ninguna institución puede alegarla para vulnerar los derechos de la persona que hace ejercicio de su derecho a morir dignamente.


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